AMANTES
CRIS SOUSIL 07.08.06
Y tu respiración
la tenía ventilando mi cuello,
tus brazos rodeando mi talle,
tu físico tan pegado al mío
que cualquier movimiento
secuestraba tu sueño.
Te movías y te arreglabas,
te adaptabas y me enlazabas,
préstano corpóreo
y volvías a caer en tu suave desmayo,
mientras yo casi estatua
para no despertarte.
Volvía a escuchar tu ronquido
y a sentir la brisa de tus suspiros
en mi nuca,
hasta que mi inquietud
incontrolable
te golpeaba y te solicitaba
una vez más.
Me voltee hacia vos,
me miraste y preguntaste,
perezoso susurro:
¿tenés frío?
Mejor decir que sí,
perfecta excusa,
nuevo abrazo.
¡Ah gatos mimosos!
Se rozaban nuestras caras.
mis dedos te margeaban
y te rendías sin fuerzas
falleciendo en mis manos
tu rostro claro.
Y venían los besos,
beso en la boca,
beso en la frente,
beso en los ojos,
beso por beso.
Y había los momentos
en que nuestros labios se tocaban
sin lengua o movimiento
únicamente para compartir el aliento
de cada uno de ellos
Y había los momentos
en que nuestros ojos se tropezaban
como quien busca algo
y se aprisionan.
Una tímida sonrisa,
un tranquilo beso,
un fugitivo abrazo
y callábamos, rendidos,
o empezábamos nueva danza
donde un cuerpo en otro se encaja
donde lo que nos calla
es el indescriptible placer
de la totalidad
Rendición
y yo volvía a sentir tu aire
y yo volvía a ser estatua
mientras descansaba mi yo
en el céspedes castaño
de tu pecho.
Fue así
que desistí de ser orilla
y en tu Pacifico
asumí el fundo más profundo
de mi Atlántico sin fin.
domingo, 16 de março de 2008
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